jueves, 14 de octubre de 2010

Decir la piel o las discretas orgias del silencio- ureña





Decir la piel es un libro que recoge por vez primera un conjunto de opiniones sobre la obra pictórica, fundamentalmente lúdica y "núdica", si se me permite improvisar un vocablo, de Fernando Ureña Rib. Ya desde su primer asomo al gran público en el año de 1973, Ureña Rib fue una revelación,  asombro de colores y líneas, y por ello el maestro Jaime Colson, con efusiva prosa, no pudo menos que resaltar la memoria de una época en la que la máquina había sido la vida misma, y sustituta del contorno humano.
El mensaje de los cuerpos se disgregó y el entusiasmo por la máquina, bajo la inspiración iconoclasta de Marinetti, borraba al parecer la admiración por los mismos... Pero he aquí que el propio Colson confiesa que en las líneas de Ureña Rib emerge la corporeidad como la propiedad máxima de la belleza, emerge la belleza como un atributo casi ritual de la corporeidad.


Quería decir el maestro que el cuerpo volvía a tomar su lugar y él mismo, creador de las más intrigantes corporeidades en nuestro arte, quizás vio en los cuerpos deliciosos de Ureña, ese retorno como una compensación y un reconocimiento al elemento humano.
 

Desde Colson a Enriquillo Sánchez, desde Marianne de Tolentino a Pedro Mir, desde Dorota Kozinska a Elisa Herr, la pintura, el arte de este  oceánico creador de líneas y perfumes irisables ha sido visto como un sorprendente venero donde los órdenes de la tradición se transforman y las náyades se mezclan con sus propios espacios astrales, inaugurando vuelos y movimientos plurales que se sugieren en entorno de sus propias humanidades, produciendo en el veedor una especie de profunda persecución de la línea, una persecución que revela que la maestría de Ureña Rib coincide con la obra abierta, con ese mundo de sugerencias que permite al espectador completar la obra del creador.

 La visión que se recoge en esta colección de críticas y artículos sobre la obra imponente de Ureña Rib es variada. Ureña Rib permite que entremos en la mitología de los cuerpos, de los cuerpos femeninos y nos
lleva de la mano hacia el pasado de las reencarnaciones más puras.
 

Reencarnacin de la línea con su origen, reencarnación de los colores con el suave sexo de sus náyades, reencarnación de la bruma que indefinida nos dice cómo es el cuerpo femenino y cómo pudo haber sido. En la obra de Ureña se percibe una rica antología de los gestos que es casi única en pintura de este tipo en América Latina. 
Los gestos son en realidad esas modalidades de reposo en movimiento que se materializan en cuanto el pintor asume su paleta y apunta hacia un posible discurso interior de sus personajes. No me canso de ver en cada una de sus oceánicas tropicales, enmarcadas en la botánica del sueño, o en cada una de sus sílfides y vestales, porque son eso, una clásica creación casi menádica y debo pensar entonces en la inmensa mitología grecolatina y dionisíaca que revienta luego hecha carnaval en los más intrincados rincones de la vida medieval europea. 
Pero estas Sílfides, estas náyades, éstas ménades, estas enmascaradas productoras de sueño se aposentan en un espacio racial híbrido en donde la nalga suave - mezcla de negro y blanco compartida - habla de una mulata antropológicamente viva, acanelada, idealizada y siluetada como un proyecto tropical que habita en el corazón de la montaña caribeña.

 El antifaz revela quizás un mundo renacentista, oscuramente olvidado, y podemos imaginarnos que la totalidad de la vida tropical cabe también en
los forros de una sociedad pasada en donde lo grecolatino se completa con lo tropical.


De esta pintura maravillosamente pura, Pedro Mir diría que "Ureña Rib reivindica la belleza como realidad sensible y hasta sensual. No conceptual. Se vale de ella como recurso artístico de primer rango, de la misma manera que los egipcios se valían del humo como recurso lingüístico de primer rango para comunicar las crecientes del Nilo, o los monjes medievales se servían del vino como un recurso simbólico de primer rango para evocar la presencia de Cristo en la Eucaristía (Mir, 1997).
 

Marianne de Tolentino ha señalado en varios de sus trabajos sobre Ureña Rib las características oníricas de su pintura. Sin sueño es imposible hacer arte. En declaraciones de crítica Marianne de Tolentino, el pintor había señalado que era algo así como el usuario de "una visión anticipada que fusiona lo vivido con el puro azar". Fusionar la vida con el azar es dejar muy en libertad la energía creativa. Todo artista se mueve, cuando es realmente artista, dentro de esos parámetros que Ureña Rib había identificado para sí mismo: Fusionar lo vivido con el puro azar.
 

Marianne de Tolentino ha sido la crítica más acendrada de la obra de Ureña y sin dudas la que con mayor intensidad la ha analizado. Este libro incluye mucho de sus trabajos y permite, sin dudas, seguir con gran certidumbre la secuencia del creador, orientado en mucho a quienes vamos a gozar del contenido. Como esta no es una presentación, sino una simple introducción a un bello proyecto de lectura, vale la pena señalar que maestros consagrados como Fernando Peña Defilló, poetas como León David, críticas e historiadoras del arte como Jeanette Miller, han contribuido para que sus aportes sean hoy parte del conocimiento sobre el pintor. 
Críticos que son a la vez pintores, como Danilo de los Santos, nos recuperan de algún modo espacios de la pintura de Ureña que debemos analizar por cuanto todos no podemos verlo todo. Vale citar firmas de artistas como
Alberto Bass, Ignacio Nova, Faustino Perez, Judet Hasbún y una pléyade de personalidades de la crítica internacional que cubren el gran espacio artístico en el que se ha movido Ureña tanto en Montreal, los Estados Unidos de América y Europa. 

Siendo estas palabras solo introductorias y jamás pensando que puedan ser un análisis de la obra de Ureña, creo que el libro Decir la Piel es algo así como una colectiva de la crítica que permitirá a muchos ir más adentro de la obra de Ureña, porque las ilustraciones son, igualmente, una guía bien organizada que nos permitirá gozar lo que dicen los maestros y críticos que han evaluado la labor del pintor al través de los tiempos. Para este Museo de las Casas Reales, que me honro en dirigir, la puesta en circulación del libro es un gran honor y agradezco que Fernando Ureña Rib haya pensado en nuestros espacios, en donde un marco esplendente de sueños y distancias, siempre adorna el arte y sirve de suave almohadón al onírico destino de toda creación.
 

Gracias
Marcio Veloz Maggiolo

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